Mellizos prematuros. Primeras tres semanas en el hospital

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Siempre he sido una persona optimista y me cuesta ver el lado malo de las cosas. No siempre es bueno ser tan positiva [a veces por culpa de eso me las como dobladas], pero cuando mis gorilas nacieron a las 33 semanas eso me salvó de pasarme las noches en casa llorando mientras mis peques se quedaban en el hospital. 

La semana que viene se cumplirán tres años y medios desde que nacieron mis gorilas por cesárea programada de urgencia, casi dos meses antes de tiempo y pesando entre los dos lo que pesa un bebé estándard nacido a término. Con ese tiempo de por medio veo que lo llevé muy muy bien, quizás demasiado bien en una especie de inconsciencia hormonal. Tuvimos mucha suerte porque los gorilas eran pequeñitos pero, salvo alguna complicación, estaban sanos como manzanas. Nunca pensé que algo podría salir mal [y podía claro].

 Las hormonas no me dejaron ver lo que supongo que veía todo el mundo que mis gorilas eran muy pequeñitos y daba cosita hasta cogerlos en brazos. A mi no y al macho alfa tampoco. Ahora veo que fuimos muy fuertes y que dedicamos poco tiempo a pensar y mucho a actuar como los nuevos papis que éramos.

En el hospital nos ayudaron muchísimo. Pasamos allí las primeras tres semanas de vida de los gorilas, pasando de sala a sala según ellos iban cogiendo peso. Llegábamos a primera hora de la mañana y nos íbamos a las 9 o las 10 de la noche. Y en casa, el sacaleches y venga a etiquetar biberones para que los gorilas tuvieran la leche de la mami gorila por las noches. Las enfermeras nos ayudaron a los tres [a los gorilas y a mi] a buscar la mejor postura para darles el pecho. A ver si tenían gases, a hacerles eructar, a cambiar pañales, a pasar horas y horas utilizando la técnica del canguro. Un ratito con mami gorila y otro ratito con el macho alfa.

Y así hasta que nos mandaron para casa. Eso sí, de arresto domiciliario. Los gorilas todavía eran muy pequeños para salir a la calle y para recibir visitas. Así que estuvimos encerrados en casa hasta que nos dieron el alta total tres semanas después y nos ahorramos tener que hacer el clásico google calendar de visitas de familiares y amigos.

En total, un mes y medio después de nacer fue cuando empezó realmente la vida en familia de los gorilas. No lo pedí y, evidentemente, no lo quería, pero en parte pienso que si mis gorilas hubieran pesado dos kilos y medio o tres cada uno hubiéramos llegado a casa tres o cuatro días después a casa y el macho alfa y yo nos hubiéramos mirado en plan: «¿y ahora qué hacemos?».

Las semanas en el hospital nos permitieron aprender un poquito de qué iba eso de tener un bebé [y os recuerdo que nosotros teníamos dos] y poder estar únicamente por ellos, con horas y horas para generar ese vínculo tan especial y sin pensar en ir a comprar, en poner lavadoras, en lavar los platos… sólo por ellos. Eso sí, renunciando a pasar las noches con ellos.

A ver que he llorado eh! no os penséis que soy la dama de hierro pero creo que, visto en perspectiva, sobre todo disfruté de mis gorilas acabados de nacer, independientemente de lo complicado de la situación. Así que a todos los que estéis pasando por eso, intentad ver la parte positiva y pensad que pronto estaréis con vuestros peques en casa. Ánimo y enjoy!

 

 

9 comentarios en “Mellizos prematuros. Primeras tres semanas en el hospital

  1. Hola arantxa. Experiencia clavada a ña nuestra. Ademas yo estuve un mes de reposo en el hospital pero todo merece la pena cuando se ve en la bascula 3 kilos! Un abrazo

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    1. Hola Vicky,
      Sí ¿verdad? para mi lo más difícil era desearles buenas noches, salir de la sala, subir al ascensor y salir del hospital. Se me hacía un mundo… En fin, espero que ahora todo este bien!
      Muchas gracias por tu comentario
      Un abrazo!

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