Siempre me había gustado cumplir años. Se me pasó más o menos hacia los 33. No es que me dejara de gustar, simplemente dejé de ser consciente de que los cumplía. Durante algunos años, si alguien me preguntaba cuántos años tenía, la respuesta que me salía de forma inconsciente era 33. Y siempre tenía que pensar unos segundos para acordarme de mi edad real.
Pero esa época también pasó. Ahora soy consciente a todas horas [a todas] de que tengo 39 y de que me quedan un par de meses para cumplir los 40. No lo pienso como algo malo, ni como algo bueno. Sólo vuelvo a ser consciente de los años que tengo.

Y una de las cosas que me lo recuerda cada día son las canas. Desde hace unos años había tenido 2 o 3 pelillos blancos que podía esconder entre el resto del pelo y era pasable. Pero desde hace unos meses [ay] no sólo se han multiplicado sino que nacen disparadas y no hay manera de esconderlas.

Me he cortado el pelo para dejar de hacerme moños altos porque entonces sí que quedaban todas al descubierto y no quería ni mirarme en el espejo del ascensor. Pero todavía no me atrevo a adoptar la solución final: el tinte.

Me da pánico por dos razones. La primera es admitir que soy una viejales que depende del pincel para que no le caigan cinco años encima y la segunda es casi una duda existencial que me corroe: ¿Y si mientras tengo el pelo teñido, me salen muchas más canas y de repente me llevo un susto de muerte cuando me vea todas las raíces blancas? Os juro que he soñado con eso.

¿Qué hago? ¿me tiño o me hago un baño de color? ¿en la pelu o en casa?

Y no, no me digáis que me lo deje blanco porque aún no estoy preparada para eso.