Tras muchos meses de espera, la semana pasada el macho alfa y yo fuimos al concierto de Tom Odell. Es un cantante y compositor inglés con dos discos en el mercado [Long Way Down y Wrong Crowd]. Yo no soy crítica musical pero hacía tiempo que no escuchaba nada tan bueno. No tiene una canción mala y una voz espectacular. Pero no es de su música de lo que os quiero hablar. Al tema.

Os pongo en antecedentes. El concierto era en una sala pequeña en Barcelona, la sala 2 de Razzmatazz antes conocida como Zeleste 2 con un aforo que no llega a las mil personas [y que me trae mil recuerdos de juventud… ay qué viejuna estoy]. No es que esté muy atenta a los 40 principales y demás listas de discos más vendidos pero no tenia la sensación de que Tom Odell fuera mainstream entre las adolescentes ni en realidad entre cualquier otro tipo de público y la elección de la sala me daba la razón.

En fin, a lo que quiero llegar es que pensaba encontrarme un público lleno de puretas más o menos de nuestra edad y algún jovenzuelo con buen oído y buen gusto musical, y lo que encontré fue una horda de adolescentes [con buen gusto musical, eso sí] en pleno fenómeno fan del joven Odell.

Gritos histéricos a los movimientos de cadera del susodicho, I love you’s, y durante algunos momentos pensé que llegarían a tirar bragas al escenario.

Hasta ahí, sorprendida porque no me lo esperaba pero dentro de la normalidad. El chico es un fenómeno, canta de lujo y es guapete.

Lo que de verdad me dejó fuera de juego y me encantó porque pensé Yo quiero ser esta madre fue ver [no una, ni dos, ni tres] adolescentes de 15, 16 o 17 años acompañadas por sus madres. Las dos bailando y cantando las canciones de Tom Odell.

Y las envidié. Yo nunca he ido a un concierto con la abuela gorila. Nino Bravo, Cecilia o el Dúo dinámico no eran precisamente mis grupos favoritos y en mi adolescencia, en plena movida madrileña y eclosión del pop español, mi madre no sabia ni de qué le hablaba… y no te digo nada cuando me entró la fiebre New Kids on the Block… [sí, todo el mundo tiene un pasado].

Cómo ha cambiado el cuento. Ahora, en el coche, mis gorilas de cuatro años y medio me piden a gritos que les ponga Here I am y la cantan desgañitados [igual que el macho alfa y yo]. Y al ver a esas madres en el concierto pensé que me encantaría compartir algo así con ellos cuando sean más mayores.

Y toda esta refexión para llegar a la conclusión de que todavía hay esperanza para los adolescentes. En el terreno musical porque les gusta gente como Tom Odell y en el familiar porque esas niñas estaban encantadas de compartir con sus madres un concierto de rock.

Yo quiero ser una mami gorila enrollada. ¿Y vosotros, sois padres enrollados de adolecentes? Y los que todavía no lo sois, [pero lo seréis] ¿queréis ser enrollados o no?

Por si no conocéis la música de Tom Odell aquí os dejo el enlace a sus dos discos en Spotify… ¡De nada!