Pintando calabazas

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La semana pasada os expliqué que este año nos hemos apuntado a Halloween, un Halloween muy descafeinado que ha compartido escena con las castañas, los boniatos y los panellets. Sigue son gustarme la tradición anglosajona pero lo que sí me gusta es tener a mis gorilas entretenidos y en plena efervescencia de creatividad.

Y eso sí que lo hemos tenido con Halloween. Después de hacer panellets [aquí os dejo la receta] y asar castañas, estuvimos bien entretenidos pintando calabazas.

Ni loca, nos íbamos a poner a vaciar las calabazas y a carvar. Bastante hizo la pobre abuela gorila que además de acogernos el día del Puente que el macho alfa [de apellido soy autónomo] trabajaba, nos dejó pintar las calabazas en su casa. Eso sí, mucho más prevenida que yo, sacó un plástico para el suelo que podría convertirse en la Gran idea del año.

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Pues ahí que nos pusimos. Primero de blanco, luego secar, dar la vuelta y pintar por abajo. Secar de nuevo. Cada diez minutos ¿están secas mami? Y cada doce minutos tenía que ir la mami gorila [o sea, yo] a tocar la calabaza y enseñarles como todavía quedaba el dedo pringado de blanco.

Nota mental. La próxima vez utilizar una pintura de secado rápido

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Luego, vía libre a la imaginación. Las querían monstruosas así que sólo les di una pistas para hacer una cara terrorífica y luego ellos a lo suyo. Como casi siempre, en estos casos, mis gorilas demostraron ser pintores de brocha gorda porque aunque al principio pusieron todo su empeño en hacer la cara y tal, lo que les mola es pintarlo todo de muchos colores así que nuestras calabazas más que terroríficas acabaron siendo más bien abstractas.

Pues con esto y unas caras pintadas, acaba nuestro Halloween light. El año que viene… ya veremos.

¿Habéis celebrado Halloween? ¿No os da un poco de yuyu que luego tengan pesadillas? A mí, ¡sí!

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