Desde que llegaron los gorilas han cambiado nuestras prioridades a la hora de conocer nuevas ciudades. Ya no miramos las guías o los blogs de viajeros buscando museos, monumentos o la mejor gastronomía. No, lo más importante es que tengan grandes parques y restaurantes children friendly. Y eso, de momento, no lo incluyen en la Lonely Planet. También está bien tener la oportunidad de visitar la misma ciudad un par de veces. Eso es lo que nos pasó con Lyon.
Visitamos Lyon el verano de 2014 cuando los gorilas tenían dos años y el verano pasado, ya con tres. La ciudad ha sido nuestra primera parada en la ruta franco-alemana que nos hemos pegado los dos últimos veranos para pasar una semanita con unos familiares cerca de Colonia. Panzada de quilómetros que ya os adelanto que no se repetirá el año que viene y que tiene pendiente un post, o dos, o tres. Pero vamos a Lyon.
Lyon era para nosotros una etapa más del viaje pero como nos gusta conocer nuevas ciudades, cogimos nuestro Maclaren twin techno y nos plantamos en el centro de la ciudad: en la Place Bellecour. Una explanada enorme perfecta para que los gorilas corran y los padres detrás. ¡Qué sano es esto de ser madre de gemelos! Después de comer una formule en uno de los bistrós cercanos a la plaza y en el que comimos el mejor pescado del viaje, aprovechamos la siesta de los gorilas para cruzar el río y adentrarnos en el Vieux Lyon, un barrio medieval patrimonio de la Unesco con pequeñas callejuelas y los llamados traboules, pasadizos entre edificios y patios interiores. Y no dio tiempo a mucho más porque nos alojábamos en una chambre d’hôtes a unos 20 quilómetros de Lyon y Mme. Chartier nos daba de cenar muy temprano.
Como veis, la visita se queda en nada y los gorilas casi no disfrutan. Así que, este año, en vez de visitar lo que nos quedaba por ver de la ciudad, que es bastante y que si os interesa podéis leer en esta entrada de la revista viajar, decidimos pasar el día en el parque.
¡Y qué parque! La Tête d’Or ocupa 105 hectáreas a la orilla del río Ródano justo antes de llegar al centro de la ciudad. Allí nos plantamos de nuevo con nuestro Maclaren y fue un día genial. Alquilamos una bicicleta de cuatro ruedas con toldo que deben tener un nombre pero que yo soy incapaz de encontrar pero ya sabéis cuáles quiero decir ¿verdad? Yo no montaba en una desde que era pequeña y para el macho alfa y los gorilas era la primera vez. En el parque hay un lago en el que se pueden alquilar barcas de remos o patines con forma de cisne, diversas zonas de juego infantiles, un tiovivo, espectáculos infantiles y hasta pueden subir en un poni. Nosotros no lo hicimos pero estuvimos toda la mañana persiguiendo a los caballos de la policía montada de Lyon que patrullan por el parque. Es que el gorila R tiene una obsesión equina bastante importante y si nos subimos en un poni igual nos lo tenemos que llevar a casa.
Para los amantes de las flores, en la Tête d’Or está una de las rosaledas más importantes de Europa: La rosarie international de Lyon
¡Y también hay un zoo! Sin pagar una entrada a parte se puede visitar el zoo del parque. La verdad es que no imaginábamos que fuera tan grande pero había jirafas, tigres, monos… Estaban un poco tristes como en todos los zoos pero a mis gorilas les encanta ver animales así que… otro día os explicaré mis contradicciones vitales respecto a los animales en cautividad.
Hicimos un pic-nic y ¡lo nunca visto! Los gorilas se echaron una siesta tumbados en la hierba a la sombra de unos enormes árboles. A la salida, dio tiempo a la última vuelta de tiovivo, uno de esos carrousels franceses tan y tan bonitos y otra vez a cenar con Mme. Chartier. (sí, repetimos alojamiento, aquí os lo dejo por si os interesa).
A veces pienso que no hace falta irse tan lejos para pasar un día en el parque pero también creo que viajar es importante para los niños. Cambian de escenario, escuchan nuevos acentos, nuevos idiomas. Se acostumbran a probar cosas nuevas. ¿Vosotros qué pensáis? ¿Os gusta viajar con vuestros peques? ¿Hacemos una lista de pros y contras?
3 comentarios en “Visitar Lyon con niños: el parque de la Tête d’Or”